A veces las historias de amor no tienen el tiempo cronológico que se espera. A veces, primero vienen los hijos, los años y luego llega el amor de la vida. Otras veces, el amor de la vida llega cuando uno es joven, tiene mucho por explorar y ver. Es posible, también, que en una pareja existan ambas historias de amor. María y Lea son la prueba viviente de que nunca es tarde para enamorarse, nunca es tarde para construirse como pareja y nunca es tarde para salir del closet. Se conocieron en la puerta de un boliche, como se le dice a un bar o club en Uruguay, a eso de las cuatro de la mañana. Maria estaba parada en la puerta y Lea caminaba a la entrada. Se miraron fijamente, y aunque Lea no se imaginó que Maria le iba a poner atención –porque es 19 años mayor que ella– entraron al lugar juntas y fue ahí donde empezó su historia. Maria no quería saber nada de enamorarse y Lea estaba jugando a la seducción, pero un día se dijeron “te quiero” sin pensarlo demasiado y aunque hubo risas nerviosas, decidieron continuar construyéndose como pareja desde adentro y hacia afuera.
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